San Lorenzo - Paraguay
Este sueño comenzó, allá por 1983, cuando el Colegio Nacional España emergía, dando clases bajo los mangales de la escuela número 23, pero aquel plantel de profesores, los padres y los alumnos de cada generación, no conformes, y sin quedarse de brazos cruzados iniciaron la odisea, construir el mejor colegio de San Lorenzo y uno de los mejores de todo el Paraguay. Pero nada fue fácil, pues al principio y hasta hoy tuvimos que lidiar con muchas adversidades. Con escasos o casi nulos recursos existentes, la comunidad del Colegio España construyó con su propio esfuerzo, todo esto que vemos hoy aquí, toda la infraestructura y las comodidades con las cuales contamos, es fruto de nuestra autogestión.
Muchos de esos soñadores siguen hoy aquí presentes, otros ya no están, pero gracias a ellos esto es una realidad.
Los alumnos de esta solemne institución nos sentimos sumamente orgullosos de ser parte de esta gran familia, y es por ello que tratamos y seguiremos tratando dar lo mejor de nosotros, para seguir llevando en alto su nombre, pues muchos han dicho que somos el futuro de la patria, hoy queremos resaltar que hemos dejado de serlo, pues ya es hora de ser parte del presente, pero ¿cómo hacerlo?
La respuesta a esa pregunta la tenemos todos, lo único necesario es nuestra entrega al trabajo de construir una sociedad más justa. Señores, señoras, llegó el momento de evaluar lo que aportamos para ese cambio, pues es muy fácil criticar a todos ¿pero estamos en condiciones de juzgar, de exigir y de recibir algo a cambio? ¿Cumplimos con nuestros deberes cívicos?
Muchos no lo están, tal vez muchos de los hoy presentes no lo estén; y entonces ¿qué esperan? ¿Van a seguir sentados esperando a que llegue la solución caída del cielo, o prefieren emigrar para sufrir como marginados en el exilio, en lugar de construir esa solución aquí?
No les parece irónico que mientras nuestros compatriotas siguen yendo, hay gente que apuesta por el Paraguay, día tras día son más los que vienen, pero no vienen a este país tercermundista por caridad, sino porque aquí ven futuro, ven algo muy grande, una riqueza que nosotros no la aprovechamos por mera ignorancia.
¿Y por qué existe esa ignorancia? Pues claro, debe ser por una falla en el proceso de la educación. ¿Dónde fallamos? Sólo hay dos responsables de esta catástrofe social, por un lado la familia –que cada vez se encuentran más desmembradas-, la encargada de nuestra formación en valores, y por el otro el sistema educativo imperante, encargado de nuestra formación integral. Si bien es cierto que mucho se ha logrado de un tiempo a esta parte, señores, señoras ¡despierten!